En los últimos años, se ha observado una creciente tendencia en la que celebridades de la música, el entretenimiento y la tecnología incorporan referencias y estéticas relacionadas con el consumo de drogas en sus canciones, productos y redes sociales. Artistas como Bad Bunny, Troye Sivan, Rosalía y Bad Gyal han sido señalados por normalizar este comportamiento, lo que plantea desafíos significativos para la regulación y prevención, especialmente entre los jóvenes.
Esta tendencia refleja una doble moral en la sociedad actual, donde se estigmatizan ciertos consumos, como el de drogas ilegales, mientras que otros, como el alcohol, son aceptados pese a sus riesgos inherentes. Expertos en salud mental y prevención de adicciones han expresado su preocupación por la romantización del uso de sustancias y la influencia que modelos públicos pueden tener en la percepción social del consumo. Se alerta sobre el riesgo de establecer el mito del "genio atormentado", donde el consumo de drogas se asocia erróneamente con la creatividad o el talento.
Aunque algunas figuras públicas han expuesto valientemente sus problemas de adicción, el mensaje hedonista y trivial sobre las drogas se impone en muchas ocasiones, alimentando el sesgo del superviviente. Este fenómeno puede llevar a que los jóvenes subestimen los riesgos asociados al consumo y lo perciban como una parte normalizada de la vida cotidiana.
Además, la banalización del consumo de drogas por parte de celebridades puede influir en la percepción social de la adicción, reduciendo la empatía y comprensión hacia quienes luchan contra este problema. La normalización de este comportamiento puede llevar a que se minimicen las consecuencias negativas y se subestimen los riesgos asociados al consumo de sustancias.
Es fundamental que tanto los medios de comunicación como las plataformas digitales asuman una mayor responsabilidad en el tratamiento de este tema, evitando la trivialización de las consecuencias del consumo de drogas. La educación y la sanción son herramientas clave para combatir la normalización de este fenómeno y proteger a las generaciones más jóvenes de sus efectos nocivos.